Me despidieron a los 58, ¿qué hago? Opciones y estrategias previsionales antes de la edad de jubilación.

Viernes, 5 PM. Sales de la oficina con una caja en las manos y un sobre en el bolsillo. A los 58 años, la palabra «desvinculación» resuena completamente diferente a como sonaba a los 30. No se siente como un simple cambio de trabajo; se siente como si el piso se moviera justo antes de llegar a la meta.

La primera pregunta que aparece en medio del shock y la incertidumbre es: «¿Y ahora qué?». Es una pregunta cargada de preocupaciones legítimas. «¿Cómo voy a vivir estos años que me faltan para jubilar?», «¿Tendré que ‘comerme’ mis ahorros de la AFP?», «¿Me contratarán en otro lugar a esta edad?».

Es completamente normal sentirse así. Esta transición, más que financiera, es profundamente emocional. Pero antes de que la ansiedad tome el control, respiremos profundo. No estás solo en esto, y lo más importante: tienes opciones.

El vértigo de la incertidumbre: El miedo a las «lagunas»

Pensemos en el caso de Roberto. Con 58 años y casi 30 años cotizados, su plan era claro: trabajar hasta los 65, como siempre. Ahora, con un finiquito en la mano, se enfrenta a siete años de incertidumbre.

Su mayor miedo no es solo la falta de ingreso mensual; es la sensación de estar «en el limbo». Se siente demasiado joven para jubilarse, pero teme ser percibido como «demasiado mayor» para ser recontratado en un mercado laboral competitivo. La idea de generar «lagunas previsionales» durante estos años, y ver cómo eso castiga el monto final de su pensión, le quita el sueño.

Historias como la de Roberto son la razón por la cual es crucial entender que el sistema previsional sí contempla estos «accidentes de ruta».

El Seguro de Cesantía: Tu primer escudo protector

En momentos de pánico, es común pensar en soluciones drásticas, como intentar retirar fondos de la AFP o de un APV (Ahorro Previsional Voluntario). Pero detente. El primer paso, y el más importante, es la calma.

Precisamente para situaciones como esta, existe el Seguro de Cesantía. Esta no es solo una herramienta para darte un ingreso mensual mientras buscas trabajo; es tu principal aliado para proteger tu futura pensión.

Cuando activas tu Seguro de Cesantía (administrado por la AFC), suceden dos cosas maravillosas:

  1. Recibes un ingreso: Obtienes giros mensuales de tu Cuenta Individual de Cesantía (y luego del Fondo Solidario, si cumples los requisitos).
  2. La AFC paga tus cotizaciones: Esta es la parte clave. Mientras estés recibiendo pagos del seguro, la administradora sigue pagando tus cotizaciones previsionales (para pensión y salud).

Volvamos al caso de Roberto. Al activar su seguro, no solo recibe un flujo de dinero que le da oxígeno para los próximos meses, sino que, crucialmente, no genera lagunas previsionales. Gana tiempo valioso para reorientarse, capacitarse o buscar un nuevo empleo sin sabotear los ahorros de toda su vida.

¿Y si no encuentro trabajo? Evaluando la Jubilación Anticipada

El seguro de cesantía te da tiempo, pero ¿qué pasa si los meses pasan y la reinserción laboral se ve difícil? ¿Estás obligado a esperar hasta los 60 (mujeres) o 65 (hombres)?

No necesariamente. El sistema ofrece una opción llamada Jubilación Anticipada por Cesantía.

Esta es una opción diseñada para personas que, estando cerca de la edad legal, han quedado cesantes y no logran reincorporarse al mundo laboral. Para acceder a ella, se deben cumplir requisitos específicos:

  • Edad: 55 años para mujeres, 60 años para hombres.
  • Tiempo de Cesantía: Acreditar, al menos, 12 meses (un año) de cesantía.
  • Cotizaciones: Tener un mínimo de 120 cotizaciones (10 años) al momento de quedar cesante.

Para muchas personas, «adelantar» la pensión suena a «recibir menos dinero». Y si bien es cierto que el monto será menor que si hubieses trabajado hasta los 65, debe analizarse desde otra perspectiva: la tranquilidad.

En un escenario como el de Roberto, si después de un año buscando activamente no encuentra empleo, la jubilación anticipada se transforma en una herramienta de control. Le permite asegurar un ingreso mensual permanente, dejar de consumir sus ahorros personales o su finiquito, y lo más importante, le permite seguir adelante con su vida sin la angustia diaria de la incertidumbre.

Un nuevo mapa para un desvío inesperado

Un despido a los 58 años es un golpe duro, pero no es el fin del camino. Es un desvío inesperado que simplemente requiere un nuevo mapa.

No tomes decisiones apresuradas. Tu primer paso es activar tu Seguro de Cesantía y proteger tus cotizaciones. El segundo es analizar, con calma y buena asesoría, si la jubilación anticipada es una herramienta viable para ti en el mediano plazo.

Lo más importante es que sepas que existen mecanismos diseñados para protegerte en esta etapa. El objetivo ahora es convertir la ansiedad en acción y la incertidumbre en un plan claro.

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